El verdadero valor
DE LA CAPACITACIÓN
Tomás Donovan – Publicado en La Gaceta de Tucumán.
En nuestra experiencia dentro del mundo de la educación empresaria, muchas veces observamos que las organizaciones sobreestiman el impacto de los talleres de capacitación sobre el comportamiento real de las personas. De alguna manera suponemos que las reglas y costumbres de un sistema pueden modificarse de manera exógena, inyectando cápsulas de conocimiento que nutran y fortalezcan las articulaciones y conductos de la organización, dice Tomás Donovan, de la consultora Ingouville, Nelson & Asociados.
Sin embargo, en la realidad cotidiana el círculo virtuoso de entusiasmo, generado en los cursos, choca con el cultura resultadista de las organizaciones. Ahora bien, plantea Donovan, ¿a quién atribuirle la culpa por tal incompatibilidad? ¿A la alta gerencia que no predica con el ejemplo? ¿A los facilitadores que no saben cómo diseñar talleres que realmente impacten en el comportamiento efectivo de los participantes? ¿A los participantes que se resisten a cambiar patrones de conducta establecidos? ¿A los responsables de RRHH que no saben gestionar internamente el conocimiento? ¿A la línea que subestima el rol de capacitación?
En su artículo «Convirtiendo a la negociación en una competencia organizacional», el experto Danny Ertel (1999) enfatiza la importancia de cultivar las habilidades interpersonales desde una perspectiva sistémica y organizacional, y no ya desde el plano individual. En otras palabras, complementa Donovan, la habilidad de negociar o liderar efectivamente no son habilidades personales que un individuo pueda incorporar en un taller para luego implementarlas en su puesto de trabajo. En líneas generales, el aprendizaje centrado exclusivamente en el aula no alcanza para asegurar la transferencia del conocimiento.
En todas nuestras conductas exponemos nuestra identidad y emociones que influyen de diferentes maneras en los resultados que obtenemos.
La resistencia al cambio es manejado por nuestro cerebro mas primitivo (cerebro reptil) que es altamente reacio a todo aquello que puede interpretar como mayor riesgo para nuestra sobrevivencia, aunque sabiendo intelectualmente que el camino que permanentemente emprende no da los resultados esperados, presentara resistencia. El miedo es propio del cerebro y del cambio, por ello propongo integrarlo como algo natural para que no nos sabotee luego cuando pasemos a la acción.
Tomás Donovan
Consultor Socio INA - Argentina
Estudios Organizacionales
(U. Sán Andrés)
Resolución de conflictos
(King´s College)
Tomas@ingouvillenelson.com.ar


